Con la pandemia de coronavirus obligando a repensar nuestros centros urbanos, se habló con expertos sobre cómo los municipios de todo el mundo se esfuerzan por convertirse en ciudades ciclistas “mágicas”.

El ciclismo es ahora una importante tendencia mundial, con varios gobiernos municipales anunciando ambiciones audaces para cambiar automóviles por bicicletas, particularmente en Europa, pero también más allá.

“Diría que en los últimos dos años ha habido un cambio sísmico”, dijo Will Butler-Adams, director ejecutivo del fabricante de bicicletas plegables Brompton. “Una cosa que Covid le entregó al mundo fue un reflejo de cómo queremos vivir en nuestras ciudades”, dijo a Dezeen.

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“Tenemos la solución”

En octubre, París reveló un plan para convertirse en una “ciudad 100 % ciclable” para 2026. Milán quiere construir incluso más carriles para bicicletas que la capital francesa en los próximos 15 años. Berlín tiene la intención de crear un área libre de automóviles más grande que Manhattan.

La UE está considerando propuestas para exigir a 424 ciudades de todo el continente que desarrollen “planes de movilidad urbana sostenible” que prioricen andar en bicicleta y caminar para 2025.

Austin, Texas, votó en noviembre a favor de un nuevo impuesto que recaudará $480 millones para proyectos de viajes activos. Montreal aceleró su programa para una nueva red de bicicletas exprés de 184 km, la Réseau express vélo, durante la pandemia.

Si bien la pandemia obligó a muchos a evaluar su salud física, y les recordó a los gobiernos el costo financiero asociado con una población no saludable, los cierres ofrecieron la oportunidad de reconsiderar los espacios de nuestra ciudad.

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Entonces, ¿cómo se transforma una metrópolis palpitante y atestada de tráfico en una ciudad ciclista?

“Probablemente haya escuchado el antiguo adagio de que las tres reglas de los bienes raíces son ubicación, ubicación, ubicación”, explicó Michael Wexler, director de Montreal de la consultora de ciclismo Copenhagenize Design Co. “Para el ciclismo urbano, diría que las tres reglas son infraestructura, infraestructura, infraestructura”.

En general, eso significa carriles para bicicletas diseñados según los estándares de las mejores prácticas: unidireccionales, con espacio en la calle quitado a los automóviles para dejar espacio y una barrera física que proteja a los ciclistas de los vehículos.

Wexler se suscribe a la filosofía de “construirlo y vendrán”. “Es muy comprensible que la gente en el centro de Los Ángeles no vaya a andar en bicicleta hasta que LA construya carriles para bicicletas protegidos”, dijo.

Cita el ejemplo de Sevilla, que construyó 80 kilómetros de carriles bici protegidos bastante básicos en cuestión de meses en 2020 y casi de inmediato vio un aumento del siete por ciento en la proporción de viajes realizados en bicicleta.